6. El testimonio de los valores evangélicos y
vocacionales. Solamente quien hace un intento serio por vivir los valores se
hace capaz de llamar hacia ellos. Nuevamente no se trata de un bien poseído,
sino anhelado, continuamente buscado.
Los
jóvenes exigen cada vez más signos de credibilidad en sus orientadores, que
sean visibles y comprobables. La falta de credibilidad es uno de los
principales es motivos de distancia con la vida consagrada en general.
El
testimonio es también comunitario: una comunidad abierta, acogedora y alegre,
donde la convivencia se da en torno a valores positivamente vividos y
compartidos. El testimonio frente a la ficción. Se de un valor auténticamente
no de disimular los males. El testimonio frente al culto de la apariencia,
donde se presenta la mejor cara de la institución ocultando intencionadamente
sus limitaciones. El testimonio frente a la mera propaganda, en la que se
promueve la vocación como si se tratara de colocar un producto.
7.
La vocación en situación en cambio. Es necesario vivir y presentar la vocación
como un diálogo vital en el hoy de nuestra existencia vocacional. No como
recuerdo de historias pasadas o como reliquia que hay que conservar.
A
los jóvenes les interesa cómo estamos respondiendo hoy a las necesidades
cambiantes de nuestro mundo. Los viejos recuerdos y las anécdotas, aunque
parezcan interesantes, son percibidas como antigüedades si no vienen avaladas y
recomendadas desde un compromiso real en el presente. Un recuerdo remoto edifica,
pero una actitud de fe en el presente conmueve.
8.
La presencia liberadora de Dios y de la Iglesia, donde el punto y de atención
está en las necesidades concretas de los jóvenes y más allá de ellos, en las
necesidades sociales. No se invita al muchacho a arrastrar un barco encallado,
sino a responder de una manera viva y comprometida a las necesidades sociales y
eclesiales.
Una
pastoral vocacional que hace a las personas más libres, más dueñas de si
mismas, atenta a la solidez de la formación de los jóvenes, superando nuestros
intereses de número o de sobrevivencia. Que, por ejemplo, promueve la formación
académica de los jóvenes y los deja libres para emprender otros caminos. Que
consigue que se superen las deficiencias de la personalidad y sean más libres
para caminar hacia donde ellos lo decidan.
Hacer
pastoral vocacional es promover a las personas para que sean mas ellas mismas, más felices, más
libres en todo sentidos y también más capaces de una entrega radical.
9.
El seguimiento de los procesos completos. Se ofrece un acompañamiento
sistemático y cuidadoso, que parte de la toma de conciencia de la vocación y
facilita su clarificación, hasta llegar a una decisión vocacional. Una
organización pastoral que propone plazos y consigue objetivos que respeta el
ritmo de maduración del candidato y lo facilita. Un estilo pedagógico que a
busca, desde la misma promoción vocacional, la formación integral.
Un
estilo de promoción que cuenta con las objeciones y dificultades de las
familias de los candidatos y les ofrece a su vez un camino formativo para
comprender la vocación de sus hijos. No son aceptables los planteamientos
puntuales que tienen como única finalidad el ingreso en la casa de formación.
que no cuentan con la familia del candidato.
10.
La invitación valiente y clara que presenta la vocación por su nombre y cada
una de las vocaciones específicas. Tener el coraje de llamar y provocar, de
anunciar y catequizar la vocación, frente a las insinuaciones más o menos
disimuladas; frente a una pastoral juvenil que no se concreta en procesos
vocacionales.
(Continuara...)
(Continuara...)
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